El pobre Joaquín sigue imprimiendo a lo loco; son dos novelas y no precisamente cortas.
Las hojas, según se imprimen, se van agrupando en lo que serán los cuadernillos.
Después, se van doblando los cuadernillos. Me imagino que ésta deba ser una operación que se tenga que hacer con mucho cuidado y comprobando, además, que el orden de las páginas es el correcto.
Mientras tanto, Joaquín ya ha elegido el papel pintado de las guardas interiores y me pregunta si me gusta... ¡pues claro que me gusta! Sigue, sigue...
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